El envejecimiento facial es el resultado de factores genéticos o propios de cada persona y de factores externos o adquiridos. Una mala salud en general, la depresión, el tabaquismo, el consumo de alcohol, y la predisposición genética pueden agravar los síntomas de envejecimiento facial.
El resultado es el adelgazamiento de la piel, la formación de líneas y arrugas, y la pérdida de volumen. El envejecimiento se hace visible en el rostro humano mediante la aparición de líneas de la frente, patas de gallo, las líneas del entrecejo, la caída o ptosis de las cejas, pérdida de volumen de la mejilla, aparición de pliegues nasolabiales, líneas de marioneta, arrugas periorales, decoloración de la piel de bermellón y el adelgazamiento de los labios, flacidez del cuello, y la pérdida de la definición de la barbilla. Con una población cada vez más envejecida pero con una salud relativamente buena, los pacientes están cada vez más preocupados por su apariencia y buscan en la medicina estética la mejor forma de preservar o recuperar una apariencia más joven y saludable.
Mejorar la apariencia de un individuo de una manera más natural, es cada vez más importante en medicina estética, en línea con la cada vez mayor demanda y expectativas de los pacientes. El principal objetivo de la medicina estética es reparar los efectos del envejecimiento facial. Las técnicas de rejuvenecimiento facial más empleadas, utilizan actualmente con mayor frecuencia el ácido hialurónico reticulado y otros rellenos dérmicos inyectables como la hidroxilapatita cálcica. La toxina botulínica también es comúnmente utilizada para rejuvenecer la cara. La combinación de materiales de relleno y la toxina por lo general conduce a resultados superiores de tratamiento y prolonga los efectos del mismo, consiguiendo la satisfacción de nuestros pacientes.